viernes, 30 de diciembre de 2011

Metro de Madrid: "No encontrarás otro lugar en el mundo donde te tomen tanto por tonto"


   Comparar el precio del  billete de metro con el de capitales europeas como París y Londres para justificar la decisión de encarecerlo todavía más en plena crisis económica es, además de un atentado contra la inteligencia de la gente de a pie, una idea de publicistas de muy corto recorrido, por más que la desafiante campaña se extienda por los 293 kilómetros del metro de Madrid y se multiplique por vagones y expositores publicitarios alrededor de las 300 estaciones de un transporte que todavía ostenta el nombre de “público”, pese a que su coste ya puede tildarse de “privativo”, especialmente para estudiantes y desempleados.

  Se trata de una comparación en la que, sin duda, habita un deliberado y ostentoso olvido.

  Sobre todo si tenemos en cuenta datos como el salario mínimo interprofesional de dichos países europeos: 1.350 euros en Francia y 1.050 euros en Reino Unido. Cifras de cuya “opulencia” casi podría afirmarse que resulta ofensiva,  si la contemplamos al lado de la famélica mensualidad de los 641 euros españoles.  

  Todo eso sin entrar a valorar las distintas cifras de desempleo, o la sutil diferencia de que en muchos de estos países un mismo billete de metro sirve para toda una jornada –y no para un único viaje como sucede en  Madrid todavía.

  Son pequeños olvidos que no aparecen en la osada comparativa con la que acribilla cada día desde hace unas semanas Metro de Madrid a las retinas de los desempleados en busca de empleo, los trabajadores, los estudiantes, o los jubilados, con tan omnipresente campaña publicitaria.



  Subsanar tales lagunas es lo que deben haberse propuesto varios colectivos y asociaciones de Madrid, tras de los que se adivina el impulso contestatario del movimiento 15M.

 Y cada día que pasa resulta más difícil encontrar la provocadora publicidad sin su contra-réplica informativa: en blanco sobre negro, o en rojo sobre blanco, una floración de pegatinas están apareciendo de forma misteriosa por el metro de Madrid, adheridas a los mismos carteles de la campaña publicitaria que presume de los supuestos precios bajos.

 A la elaborada consigna publicitaria que sorprendía días atrás con  un “No encontrarás muchos Metros en el mundo que te ofrezcan tanto por tan poco”, responde ahora la sabia sorna popular con certeza de venablo: “No encontrarás otro lugar en el mundo donde te tomen tanto por tonto”  


 Al contradictorio eslogan principal de la campaña que afirma que “Más es menos”, replican inapelables las ingeniosas pegatinas con una afirmación mucho más fácil de asimilar en su recto significado: “Más paro,  menos salario”. 



 La comparativa de salarios mínimos interprofesionales que detallan las pegatinas populares, viene a dejar perfectamente apuntalada la prueba irrefutable de que quienes se empeñan en tomar por tonta a la ciudadanía, se olvidan de que el pueblo también sabe echar sus cuentas, por más kilómetros de cuentos que le cuenten.

sábado, 24 de diciembre de 2011

MEMORIAS DE UN PAVO ( Artículo de Gustavo Adolfo Bécquer

  


 No hace mucho que, hallándome a comer en casa de un amigo, después que sirvieron otros platos confortables, hizo su entrada triunfal el clásico pavo, de rigor durante las Pascuas en toda mesa que se respeta un poco y que tiene en algo las antiguas tradiciones y las costumbres denuestro país.
   Ninguno de los presentes al convite, incluso el anfitrión, éramos muy fuertes en el arte detrinchar, razón por la que mentalmente todos debimos coincidir en el elogio del uso últimamente establecido de servir las aves trinchadas. 


  Pero como sea por respeto al rigorismo de la ceremonia que en estas solemnidades y para dar a conocer sin que quede género alguno de duda que el pavo es pavo, parece exigir que éste salga a la liza en una pieza; sea por un involuntario olvido o por otra causa que no es del caso averiguar, el animalito en cuestión estaba allí íntegro y pidiendo a voces un cuchillo que lo destrozase; me decidí a hacerlo, y poniendo mi esperanza en Dios y mi memoria en el Compendio de la Urbanidad que estudié enel colegio donde, entre otras cosas no menos útiles, me enseñaron algo de este difícil arte,empuñé el trinchante en la una mano, blandí el acero con la otra, y a salga lo que saliere, le tiré un golpe furibundo.



 El cuchillo penetró hasta las más recónditas regiones del ya implume bípedo; mas juzguen mis lectores cuál no sería mi sorpresa al notar que la hoja tropezaba en aquellas interioridades con un cuerpo extraño
-¿Qué diantre tiene este animal en el cuerpo? 

(exclamé con un gesto de asombro e interrogando con la vista al dueño de la casa.

-¿Qué ha de tener? (me contestó mi amigo con la mayor naturalidad del mundo)

- ¡Que está relleno!

-¿Relleno de qué?  (proseguí yo, pugnando por descubrir la causa de mi estupefacción). 
... Por lo visto, debe ser de papeles, pues a juzgar por lo que se resiste y el ruido especial que produce lo que se toca con el cuchillo, este animal trae un protocolo en el buche.

     Los circunstantes rieron a mandíbula batiente de mi observación. Sintiéndome picado de la incredulidad de mi amigos, me apresuré a abrir en canal el pavo y cuando lo hube conseguido no sin grandes esfuerzos, dije en son de triunfo, como el Salvador a santo Tomás:

-Ved y creed.

  Había llegado el caso de que los demás participasen de mi asombro. Separadas a uno y otro lado las dos porciones carnosas de la pechuga del ave y rota la armazón de huesos y cartílagos que las sostenían, todos pudimos ver un rollo de papeles ocupando el lugar donde antes se encontraron las entrañas y donde entonces teníamos, hasta cierto punto, derecho a esperar que se encontrase un relleno un poco más gustoso y digerible.

     El dueño de la casa frunció el entrecejo. La broma, caso de serlo, no podía venir sino de la parte de la cocinera, y para broma de abajo a arriba, preciso era confesar que pasaba de castaño oscuro.El resto de los circunstantes exclamaron a coro, pasado el primer momento de estupefacción
que lo fue así mismo de silencio profundo:

-Veamos, veamos qué dice en esos papeles.

Los papeles, en efecto, estaban escritos.Yo, aun a riesgo de mancharme los dedos, pues estaban bastante grasientos, los extraje del sitio en que se encontraban y, aproximándome a la luz de la bujía, pude descifrar este manuscrito que hasta hoy he conservado inédito: 





Impresiones, notas sueltas y pensamientos filosóficos de un pavo destinados a utilizarse en la redacción de sus memorias.

"Ignoro quiénes fueron mis padres, el sitio en que nací y la misión que estoy llamado a realizaren este mundo. No sé por lo tanto, de dónde vengo ni adónde voy. Para mí no existe pasado ni porvenir; de lo que fue no me acuerdo; de lo que será no mepreocupo. Mi existencia, reducida al momento presente, flota en el océano de las cosas creadas como uno de esos átomos luminosos que nadan en el rayo de sol.


  Sin que yo, por mi parte, la haya solicitado, ni poder explicarme por dónde me ha venido, me heencontrado con la vida; y como suele decirse que a caballo regalado no hay que mirarle el diente, sin discutirla, sin analizarla, me limito a sacar de ella el mejor partido posible. Porque la verdad es que en los templados días de primavera, cuando la cabeza se llena de sueños y el corazón de deseos, cuando el sol parece más brillante y el cielo más azul y más profundo, cuando el aire perezoso y tibio vaga a nuestro alrededor cargado de perfumes y de notas de armonías lejanas, cuando se bebe en la atmósfera un dulce y sutil fluido que circula con la sangre y aligera su curso, se siente un no sé qué de diáfano y agradable en uno mismo y en cuanto le rodea, que no se puede menos de confesar que la vida no es del todo mala. La mía, a lo menos, es bastante aceptable. En clase de pavo, se entiende:


Aún no clarea la mañana cuando un gallo, compañero de corral, me anuncia que es la hora de salir al campo a procurarme la comida. Entreabro los soñolientos ojos, sacudo las plumas y héteme aquí calzado y vestido. Los primeros rayos de sol bajan resbalando por la falda de los montes, doran el humo que sube en azuladas espirales de las rojas chimeneas del lugar, abrillantan las gotas de rocío escondidas entre el césped y relucen con un inquieto punto de luz en los pequeños cascos de vidrio y loza, de platos y pucheros rotos que, diseminados acá y allá, en el montón de estiércol y basuras a que se dirigen mis pasos, fingen a la distancia una brillante constelación de estrellas. Allí, ora distraído en la persecución de un insecto que huye, se esconde y torna a aparecer, ora revolviendo con el pico la tierra húmeda, entre cuyos terrones aparece de cuando en cuando una apetitosa simiente, dejo transcurrir todo el espacio de tiempo que media entre el alba y la tarde. Cuando llega ésta, un manso ruidito de aguas corrientes me llama al borde del arroyo próximo donde, al compás de la música del aire, del agua y de las hojas de los álamos, abriendo el abanico de mis oscuras plumas, hago cada idilio a la inocente pava, señora de mis pensamientos, que causarían envidia, a poderlos comprender, no digo a los rústicos gañanes que frecuentan esos contornos, sino a los más pulidos pastores de la propia Galatea.


Tal es mi vida; hoy como ayer, probablemente mañana como hoy. Repetid esta página tantas veces como días tiene el año y tendréis una exacta idea de la primera parte de mi historia... 


La inalterable serenidad de mi vida se ha turbado como el agua de una charca a la que arrojan una piedra. Una desconocida inquietud se ha apoderado de mi espíritu y ya va de dos veces que me sorprendo pensando.


Este exceso de actividad de las facultades mentales es causa de una gran perturbación en mi economía orgánica; apenas duermo once horas, y ayer se me indigestó el hueso de un albaricoque. Yo creí que no había nada más allá de esas montañas que limitan el horizonte de la aldea. No obstante, he oído decir que vamos a la corte y que para llegar hasta allí salvaremos esas altísimas barreras de granito que yo creía el límite del mundo.


 ¡La corte! ¿Cómo será la corte? Pronto saldré de dudas. Escribo estas líneas en el corral donde me recojo a dormir y aprovechando la última luz delcrepúsculo de la tarde. Mañana partimos. Un poco precipitada me parece la marcha. Por fortuna, el arreglo del equipaje no me ha de entretener mucho. Me he detenido en lo más alto de la cumbre que domina el valle donde viví para contemplar por última vez las bardas del corral paterno.¡Con cuánta verdad podría llamarse a estas peñas, desde donde envío un postrer adiós a lo que fue mi reino, el suspiro del pavo! Desde aquí veo la llanura teatro de mis cacerías. Más allá corre el arroyo que al par que apagaba mi sed me ofrecía limpio espejo donde contemplar mi hermosura. Allí vive mi pava; junto a aquel árbol la vi por primera vez. ¡Al pie de ese otro le declaré mi amor!..


Las lágrimas me oscurecen la vista y lloro a moco tendido, en toda la extensión de la frase. ¡Parece que al alejarme de estos sitios se me arranca algo del fondo de las entrañas y, a mipesar, se queda en ellos!.. ¿Será este extraño afán presentimiento de mi desventura?.. ¿Será...?Un cañazo ha interrumpido el hilo de mis reflexiones en este instante. Hago aquí punto de prisa y corriendo, para reunirme a la manada, no sea que se repita la insinuación...


Ya estamos en la corte. He necesitado que me lo digan y me lo repitan cien veces para creerlo. ¿Es esto Madrid? ¿Es éste el paraíso que yo soñé en mi aldea? ¡Dios mío! ¡Qué desencanto tan horrible! El sol llega trabajosamente al fondo de estas calles, cuyas casas parecen castillos; ni un mal jaramago crece entre las descarnadas junturas de los adoquines; aún no ha acabado de caer al suelo la cáscara de una naranja, el troncho de una col, el hueso de un albaricoque, cualquier cosa en fin que pueda utilizarse como alimento digerible, cuando ya ha desaparecido sin saber por dónde.


En cada calle hay un tropiezo; en cada esquina, un peligro, cuando no nos acosa un perro, amenaza aplastarnos un coche o nos arrima un puntillón un pillete. La caña no se da punto de reposo. Noche y día la tenemos suspendida sobre la cabeza, como una nueva espada de Damocles. Ya no puedo seguir al azar el camino que mejor me parece, ni detenerme un momento para descansar de las fatigas de este interminable paseo. «¡Anda! ¡Anda!», me dice a cada instante nuestro guía, acompañando sus palabras con un cañazo. ¡Con cuánta más razón que al famoso judío de la leyenda se me podría llamar a mí "el pavo errante"! ¿Cuándo terminará esta enfadosa y eterna peregrinación?..


He perdido lo menos dos libras de carne. No obstante, a un caballero que se ha parado delante de la manada he conseguido llamarle la atención por gordo. ¡Si me hubiera conocido en mi país y en los días de mi felicidad! Con ésta va de tres veces que me coge por las patas y me mira y me remira columpiándome en el aire, dejándome luego, para proseguir en el animado diálogo que sostiene con nuestro conductor. Por cuarta vez me ha cogido en peso y sin duda ha debido de distraerse con su conversación, pues me ha tenido cabeza abajo más de siete minutos. El capricho de este buen señor comienza a cargarme...


¿Es esto una pesadilla horrible? ¿Estoy dormido o despierto? ¿Qué pasa por mí? Ya hace más de un cuarto de hora que trato de sobreponerme al estupor que me embarga y no acierto a conseguirlo. Me encuentro como si despertase de un sueño angustioso... Y no hay duda. He dormido o mejor dicho, me he desmayado.Tratemos de coordinar las ideas. Comienzo a recordar confusamente lo que me ha pasado: después de mucha conversación entre nuestro guía y el desconocido personaje, éste me entregó a otro hombre que me agarró por las patas y se me cargó al hombro. Quise resistirme, quise gritar al ver que se alejaban mis compañeros; pero la indignación, eldolor y la incómoda postura en que me habían colocado ahogó la voz en mi garganta. Figuraos cuánto sufriría hasta perderlos de vista. Luego me sentí llevado al través de muchas calles, hasta que comenzamos a subir unas empinadas escaleras que no parecían tener fin... A la mitad de esta escala que podría compararse a la de Jacob por lo larga aun cuando no bajasen ni subiesen ángeles por ella, perdí el conocimiento. La sangre, agolpada a la cabeza, debió producirme un principio de congestión cerebral. Al volver en mí me he hallado envuelto en tinieblas profundas. Poco a poco mis ojos se van acostumbrando a distinguir los objetos en la oscuridad y he podido ver el sitio en que me encuentro. Esto debe de ser lo que en Madrid llaman una bohardilla. Trastos viejos, rollos de esteras, pabellones de telaraña, constituyen todo el mobiliario de esta tenebrosa estancia, por la que discurren a su sabor algunos ratones. Por el angosto tragaluz penetra en este instante un furtivo rayo de sol... ¡El sol, el campo, el aire libre! ¡Dios mío, que tropel de ideas se agolpa a mi mente! ¿Dónde están aquellos días felices?¿Dónde están aquellas...? Me es imposible proseguir. Una harpía, turbando mis meditaciones, me ha metido catorce nueces en el buche. Catorce nueces con cáscaras y todo. Figuraos por un momento cuál será mi situación. ¡Y a esto le llaman en este país dar de comer! ¡Lasciati ogni speranza!..


Han pasado algunos días y se me ha revelado todo lo horrible de misituación. He visto brillar con un fulgor siniestro el cuchillo que ha de segar mi garganta y he contemplado con terror la cazuela destinada a recibir mi sangre. Ya oigo los tambores de los chiquillos que redoblan anunciando mi muerte. Mis plumas, estas hermosas plumas con que tantas veces he hecho el abanico, van a ser arrancadas, una a una, y esparcidas al viento como las cenizas de los más monstruosos criminales. Voy a tener por tumba un estómago, y por epitafio la décima en que pide los aguinaldos un sereno: Se tu non piangi di che pianger suoli?"
   Cuando terminé la lectura de este extraño diario, todos estábamos enternecidos. La presencia de la víctima hacía más conmovedora la relación de sus desgracias. Pero..., ¡oh fuerza de la necesidad y la costumbre!, transcurrido el primer momento de estupor y de silencio profundo, nos enjugamos con el pico de la servilleta la lágrima que temblaba suspendida en nuestros párpados y nos comimos el cadáver.


Publicado el 24 de diciembre de 1865 en el periódico EL Museo Unviersal







lunes, 21 de noviembre de 2011

Carta al grupo Auchan para que no destruya más empleo






Estimados señores directivos del grupo Auchan
(Alcampo, Decathlon, etc)

Sabemos que corren tiempos difíciles para todos.  Conocemos también que la increíble cuenta de resultados a la que estaban acostumbrados desde hace años ha sufrido una pequeña modificación a la baja.

Sin embargo, estamos seguros de que, aunque ustedes son una empresa francesa, no desconocerán que en estos momentos de graves dificultades económicas, en España la mayor preocupación de los españoles es la destrucción del empleo.

Por eso, mediante la presente carta, les pedimos que desinstalen las cajas de cobro automático,
y vuelvan a reforzar su plantilla de trabajadores recuperando el empleo innecesariamente destruido
con un sistema tan deshumnizador; y que no hará sentir bien a sus clientes, cuando realicen este año sus compras navideñas.

Esperamos una pequeña muestra de la  gran sensibilidad de la que hacen gala en su imagen corporativa, volviendo a contratar a nuevos cajeros, esta vez seres  humanos,  para la siguiente campaña de Navidad que se avecina.

Porque nada nos apenaría más que tener que recomendarle a tod@s nuestros amig@s que incentivasen  en estas fiestas con sus compras navideñas a otras empresas más responsables y solidarias con la situación socieconómica del país donde hacen su negocio.




viernes, 11 de noviembre de 2011

¿EMPEZAMOS A HABLAR DEL SALARIO MÁXIMO?- Carta de un empresario 15M-




ATEÍSMO DEL MERCADO

  Concebir una economía sin mercado es una aberración práctica del mismo calibre que aceptar que el mercado sea el responsable y dinamizador último de la economía. La Ciencia, que ha dado pasos en los últimos siglos que han sido fundamentales para desenmascarar la superstición, no puede prestarse a construir un nuevo fetiche, aunque esa ciencia se llame economía y el fetiche mercado.


  Los economistas nos recuerdan una y otra vez que el dinero es fundamentalmente confianza y nos repiten machaconamente que hay que ganarse la confianza de los mercados para salir de la crisis, pero ¿quiénes son los mercados para merecer tal pleitesía? El lado amable del mercado es el de un entorno donde distintos sujetos intercambian bienes y servicios. 


  Pero el lado más amargo del mercado, el que define más propiamente su identidad y al que nos referimos cuando hablamos de la crisis, está en las dinámicas que guían ese intercambio: unas dinámicas de poder, que con mano de hierro condicionan la viabilidad y el futuro de pueblos enteros.


  Nos dicen que para conseguir la confianza de los mercados, y con ellos sus capitales para financiar nuestras economías, hay que ser más eficientes, más productivos, que tenemos que hacer sacrificios para calmar su sed de lucro. Y en ello estamos. Pero que no se equivoquen quienes ven en esas vías caminos de progreso. 


  Con esos sacrificios tan sólo se refresca temporalmente una sed que no se sacia nunca del todo; una sed que no tiene patria; que no entiende de derechos humanos, ni sociales, ni laborales; que no duda en especular con aquellos bienes que son esenciales para la subsistencia de la gente; una sed que carece de sensibilidad para respetar y cuidar la casa de todos; y que carece de la grandeza de miras suficiente como para anticipar el futuro de los que vendrán después.


  La pérdida masiva de empleos; los recortes de los servicios sociales; las privatizaciones de empresas públicas rentables para pagar las deudas de las administraciones públicas mal gestionadas; los escándalos en el ámbito de la evasión fiscal; los impagos generalizados por parte de las administraciones públicas a autónomos y pequeños empresarios que han realizado responsablemente su trabajo; las subidas en las facturas de la luz, del gas o del transporte que superan ampliamente el incremento de las subidas salariales; la impunidad para quienes se saltan las reglas del juego porque han llegado a la conclusión de que el abuso es rentable; la gente desahuciada de sus casas a quienes se niega la dación; la falta de crédito de un sistema financiero que desconfía de sí mismo y que ha conseguido que los estados le cubran sus vergüenzas con cantidades astronómicas que se retraen de otras partidas vitales para un adecuado desarrollo de la vida social… ¿Son argumentos para crear el miedo entre aquellos que se separan de la ortodoxia del mercado? O por el contrario, ¿no han de ser más bien indicadores  para animarnos a abrir otras vías alternativas hacia una democratización que limite las concentraciones excesivas de poder?



LAS PREBENDAS ECANDALOASAS

  Según lo publicado últimamente tres directivos de Novacaixagalicia han cobrado 23,6 millones de euros  por  indemnización y prejubilaciones, después de que el Estado haya tenido que inyectarle a esa entidad nada menos que 2.465 millones de euros.


  De otra entidad como la CAM, que ha llegado a ser la cuarta caja de ahorros de nuestro país, hemos sabido lo que nos va a costar su quiebra a todos los contribuyentes: unos 2.800 millones de euros, según la estimación más conservadora, para algunos analistas. (El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria ya se ha puesto manos a la obra para sanearla y posteriormente sacarla a subasta entre sus bancos competidores).


  La CAM, controlada por el PP, era la tercera Caja que quebraba, ya lo hicieron antes Caja Castilla La Mancha controlada por el PSOE y Caja Sur, controlada por la Iglesia. Esto parece indicar que la crisis no entiende de siglas. Sin embargo, hay un hecho que ha llamado la atención en la quiebra de la CAM: por primera vez el Banco de España destituyó de forma fulminantemente a toda una directora general de una entidad bancaria. Los episodios de contabilidad creativa, las indemnizaciones millonarias y la pretensión de cobrar pensiones vitalicias de sus antiguos gestores (los mismos que habían llevado la entidad a la ruina), estaban a la orden del día. En concreto, su directora, había tenido a bien adjudicarse una pensión vitalicia de 370.000 euros anuales; y otros cinco ejecutivos, por su parte,  querían asegurarse unas jubilaciones descansadas de 13,3 millones de euros.

 ¿Pero cómo se ha llegado a esta situación?
Desde el punto de vista de la gestión, a las quiebras han contribuido las fusiones fallidas, la concesión de préstamos hipotecarios ruinosos, la creciente tasa de morosidad, la ocultación de cuentas, la inoperancia del Banco de España... Pero mi pregunta en esta reflexión no va por esos derroteros. Más bien quiere centrarse en el aspecto de la autoasignación de unas prebendas que resultan escandalosas a la opinión pública; y que se repiten una y otra vez entre puestos de alta dirección de grandes entidades privadas.
  
  Esta práctica tan extendida, aunque con diversos grados de gravedad, no puede ser debida a una inevitable predisposición genética. ¿Quizá se deba a que los grandes gestores son gente con un ritmo de vida difícil de sostener? ¿O tal vez es debido a que tienen malas influencias y referencias poco constructivas como pueden ser los sueldos de los Rato, Botín o González? ¿O quizá sobrevaloren su trabajo y consideren que si en la planta de residuos de Valencia hay ocho directivos que cobran más que Zapatero, ellos, que dirigen un banco, merecen algo más?


  Personalmente, creo que se llega a esto porque el sistema económico actual sólo es un reflejo de toda una corriente de pensamiento más profunda en la que se absolutiza la libertad individual desvinculándola de la responsabilidad con el entorno social.

TRANSFORMAR DESDE LOS VALORES

  ¿Cómo podríamos conseguir que actuaran de una forma responsable individuos que ven a su alrededor que sus colegas blindan sus contratos; que están en un ambiente donde las comisiones, y los maletines están a la orden del día; donde los créditos a los altos directivos se conceden sin un mínimo rigor en muchas ocasiones y con unas condiciones llamativas y provocadoras de una dinámica de emulación?


  ¿Cómo pedirle a esta élite de los negocios que mantenga una ética intachable a contracorriente?  La propia dinámica del mercado les lleva a optar y, hasta ahora, lo que estamos viendo no es precisamente edificante. Bienvenidos sean los héroes; pero sería más realista sería crear las condiciones adecuadas para que vivir solidariamente  no sea un acto heroico.


SE HABLA MUCHO DEL SALARIO MÍNIMO, PERO ¿POR QUÉ NO EMPEZAMOS A HABLAR TAMBIÉN DEL SALARIO MÁXIMO?

  Hace tiempo se llegó a la necesidad de instaurar un salario mínimo interprofesional como reconocimiento a la dignidad básica de toda persona que trabaja y como una exigencia elemental de justicia social. Pues bien, visto lo visto, y pensando en allanar el camino para que la persona se pueda desarrollar más plenamente (la acumulación de privilegios no es fuente de mayor dignidad), creo que tiene todo el sentido del mundo proponer la necesidad de establecer un salario máximo sectorial e incluso interprofesional, en razón de la misma justicia social. 
  Y defiendo la idea de interprofesional y no sólo sectorial porque de ninguna manera me perdería el debate y las reflexiones que de él pudieran surgir a la hora de evaluar estos temas intersectorialmente.


  Cuando una persona se arroga el derecho a cobrar cientos de veces el salario de aquella otra persona que conduce su coche o le limpia el despacho ¿qué trato humano le está dando, aun cuando sea educado y salude con un sonrisa por las mañanas? ¿Se puede excluir el trato económico del trato humano?


  En esa misma línea hay que limitar las indemnizaciones por prejubilación y eliminar los blindajes por ser mecanismos que descapitalizan las empresas y hacen recaer sobre los trabajadores los costes del disfrute de los privilegios de unos pocos. Ya sé que habrá quien se sienta incómodo porque todo lo que suene a poner techos, y de forma especial si éstos afectan al enriquecimiento y a la acumulación de poder, se interpreta como una agresión; o como un elemento disuasorio que espantará a los “mejores”, a los más “cualificados”. Para quienes piensen así, les pido que entiendan en primer lugar que es por su bien y por el nuestro; y, en segundo lugar, que no basta con “saber”. Hay que preguntarse también de qué sirve todolo que se sabe.


  Como la ley por si sola pierde eficacia si no se la apoya con medidas sociales, sería bueno que cada empresa evaluara e hiciera público entre sus empleados cuánto le cuesta cada persona que trabaja en ella, desde el más humilde de los trabajadores hasta su director general. Un balance de costes del que no podrían quedar excluidos los siguientes parámetros.

- El aspecto salarial y sus cotizaciones correspondientes

- Los gastos de representación (desplazamientos, dietas, obsequios)

- Las remuneraciones en especies (vehículo de empresa, cesión de vivienda para uso particular, anticipos y préstamos por debajo del precio de mercado…)

- Otros costes como indemnizaciones, blindajes de contratos, bonos, stock options, etc.
Este primer paso no es baladí porque a menudo los mecanismos como el anonimato y la desinformación fortalecen las dinámicas de injusticia social mientras que los ejercicios de transparencia las debilitan y las hacen vulnerables. Llegados a este punto sería interesante dar un paso más allá y que la gente de recursos humanos, si es que los hay, se ganaran el sueldo y propusieran un debate sobre cuál ha de ser la relación entre el salario máximo y mínimo dentro de la empresa.

  Finalmente quedaría el aspecto formativo para que los empleados alcanzaran a entender el estado de cuentas de la empresa y se pudiera tener un debate abierto sobre las políticas de reparto de pérdidas y beneficios. A veces esto se hace con los accionistas en las grandes empresas pero no con los trabajadores.

Postdata: Estimados “amigos” de la CAM y de la NCG, si ustedes hubieran implantado en sus entidades las medidas que se acaban de citar seguramente no estarían en las fotos de los periódicos,  porque los trabajadores no les hubieran permitido sus excesos y, quizá, hasta ustedes mismos hubieran autorregulado sus ansias de privilegios. Lo que propongo no es nada imposible, en mi pequeña empresa se hace; pero si alguien les dijera que a nivel de gran empresa no se puede hacer, recomiéndele a esta persona un cambio de mentalidad; un paso hacia delante que puede facilitarle  la lectura del libro Radical de Ricardo Semler.  (Donde se demuestra el éxito al que puede conducir esta filosofía incluso en una gran empresa capitalista.
Joaquin, empresario y participante  en la Comisión  Economía de la Asamblea 15M del Barrio del Pilar.



LA ECONOMÍA EN EL RETIRO






    Michael Albert, activista y economista estadounidense de 64 años, encandiló el domingo 16 de octubre a un centenar de personas durante más de dos horas en al Parque del Retiro. Y lo hizo con algo tan árido como la economía aunque adobada en su caso con un adjetivo tan atractivo como esperanzador: Economía Participativa (PARECON por sus iniciales en inglés). 


  Albert difunde desde hace años en publicaciones, charlas y debates una serie de ideas que son, en esencia, una alternativa radical al sistema capitalista en cualquiera de sus variantes; pero también al socialismo, la planificación centralizada y el intervencionismo.

   Con un estilo sencillo, directo, salpicado de ejemplos e intentos de involucrar a su auditorio con preguntas, Albert detalló el modo en que PARECON defiende que cada persona influya sobre las decisiones económicas y lo haga de manera proporcional al modo en que esas decisiones le afectan. También insistió en superar los modelos de organización laboral reestructurando los puestos de trabajo de forma que cada trabajador comparta tanto las tareas más  gratas como las menos gratificantes. Estas dos premisas, orientadas a evitar el mando de grupos o estructuras dominantes y facilitar la autogestión, exigen nuevos mecanismos de participación en la toma de decisiones mediante los que se dirija, en función de los intereses de la mayoría, la producción, la distribución y el consumo de los recursos.
  A lo largo de su intervención, Albert proporcionó toda una serie de “perlas” que, como mínimo, incitan a la reflexión y el debate. Éstas son algunas.

   Capacidad personal y organización laboral: no todos tenemos las mismas capacidades y aptitudes, no todos podemos ser cirujanos de primera línea o deportista de élite, pero todos, convenientemente preparados y motivados, podemos realizar las tareas gratificantes y las menos gratificantes. Que una mínima parte de las personas decida, dirija y planifique el trabajo y la vida de la inmensa mayoría no es inevitable. No hay razón moral o económica para premiar a quien más suerte genética o mejor equipamiento ha recibido en la vida. Es una simple imposición del sistema capitalista, fruto, además de una visión clasista, racista y, en otros casos, sexista. Basta recordar que hace no muchos años era una especie de dogma que la mujer no era ni sería nunca apta para una actividad directiva.

Producción: En el sistema capitalista, es el mercado el que obliga a producir más y más para aguantar cierto tipo de vida no porque el hombre lo necesite para ser más libre o más feliz. Además, hay que moverse y avanzar en ese mercado a base de competición y enfrentamiento, lo que acaba siendo destructivo moral y socialmente. La PARECON antepone en la organización del trabajo la realización de la persona y su felicidad  a la producción masiva, partiendo de la base de que cuando los trabajadores se sienten a gusto no  baja la producción ni en cantidad ni en calidad, sino todo lo contrario.


Salarios y trabajo: en la lógica capitalista el salario a obtener no tiene límite, depende de la posición o fuerza del individuo; desde una óptica socialista, los ingresos de cada cual deben ser proporciónales a su aportación a la riqueza que se genere; según la PARECON, la remuneración igualitaria y la rotación en los puestos de trabajo son la vía para evitar que quienes mantengan los puestos más gratificantes se convenzan de que sucede así porque se lo merecen y piensen incluso que al desempeñarlos están haciendo un favor a la mayoría de los trabajadores. 
  La remuneración igualitaria y la rotación también contribuyen a evitar la pérdida progresiva de interés por las tareas.  Hace que ya no venga todo decidido e impuesto por los más informados; es decir, los mismos de siempre. La vaguería y el escaqueo laboral suelen nacer de la rutina y el desánimo; y se reducen en la medida en que todos los trabajadores se sientan involucrados en todo lo que se hace.


Preparación y eficacia social: frente a la tesis de que la sociedad se arruinaría si quienes toman las decisiones más importantes no son los mejor preparados, Albert defiende que no hay nadie más experto y preparado para decidir sobre lo que cada cual quiere o necesita que uno mismo. De ahí que la autogestión sea fundamental para una organización social y laboral, porque los dirigentes, por mejor voluntad que tengan, acaban decidiendo más por sus intereses y su visión de la vida que por el interés general. La otra tesis capitalista –si no hay suficientes incentivos, nadie querrá los trabajos más especializados y complejos- tampoco se sostiene en un clima social y laboral en el que las mismas personas y grupos reparten su tiempo y esfuerzo entre tareas gratificantes y menos gratificantes.


  En el animado coloquio que cerró su intervención, el economista y activista  estadounidense resaltó al menos dos ideas más. La primera, que en el camino hacia el gran objetivo de la Economía Participativa se puede y se debe propiciar todo tipo de reformas que supongan una avance en esa dirección, aunque no sean suficientemente “revolucionarias”. (Las reformas son bienvenidas mientras no nos quedemos en simples reformistas).


  La segunda idea, puede ser motivo de reflexión para el movimiento 15M: ¿Por qué decrece la participación? ¿Por qué no se genera suficiente atractivo y seguimiento como para erosionar el sistema?  


  Argumenta Michael Albert,  que los mercados y el sistema capitalista están encantados con que sigamos entretenidos fundamentalmente en nacer y morir. Por eso, si el 15M quiere progresar y ganar fuerza tiene que hacerse atractivo y según él, sólo lo será si aborda con fuerza, desechando el pesimismo y las dudas, lo que afecta a la mayoría de la gente y, por tanto, le gustaría cambiar. “No vale quejarse de lo mal que están las cosas hay que moverse y hacer ver a todos, empezando por uno mismo, que simplemente luchar y saber por qué se está luchando, permite mejorar la vida. El mayor obstáculo en esta lucha es pensar que, en el fondo, no hay alternativa al capitalismo. Es imprescindible –concluye- estar convencidos de que se puede ganar y transmitir esa convicción para que el movimiento resulte verdaderamente atractivo para un creciente número de personas”.

En el siguiente enlace hay una exposición más detallada del propio Michael Albert sobre la Economía Participativa: http://republicart.net/disc/aeas/albert01_es.htm

 Melchor. Cs. Comunicación Barrio del Pilar

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL TEATRO DE MADRID, PARA LOS MADRILEÑOS




























El pasado 30 de junio de 2011 terminó el acuerdo entre el Ayuntamiento de Madrid y la empresa Artibus que había gestionado la programación del teatro durante 12 años.

No hay noticias de un nuevo acuerdo con ninguna empresa; no hay programación prevista. Y la página web del teatro (http://www.teatromadrid.com/) tiene restringido el acceso.

El Teatro de Madrid es uno de los seis teatros de propiedad pública. El Ayuntamiento de Madrid es el responsable del mantenimiento y gestión del mismo.

Según palabras del propio Ayuntamiento, en esa fecha "El Ayuntamiento recepcionó las instalaciones y viene trabajando para elaborar un dictamen técnico con el que conocer posibles deficiencias del edificio y, de encontrarse, acometer actuaciones -en función de las posibilidades presupuestarias-. La finalidad -en palabras de Manuel Lagos- es retomar la programación estable".























Pero no existe ninguna pista que permita confirmar esas palabras. El Teatro de Madrid está cerrado y aparentemente abandonado.
Las deficiencias que afectaban a las instalaciones se están agravando con el abandono.
En la actualidad muestra un aspecto degradado.

Como siempre, cuando se quiere vender un edificio público por debajo de su valor real, lo primero que se hace es desalojarlo; y después  abandonarlo. Cuando ya la gente se ha olvidado de su existencia y la degradación es evidente, se puede poner a la venta a un precio de saldo.

En la fecha de la suspensión de la actividad, los medios de comunicación se hicieron eco de ciertos rumores, nunca confirmados por el Ayuntamiento, que apuntaban a una posible venta del edificio del teatro a unos grandes almacenes que pretendían ampliar el espacio del que disponen dentro del centro comercial La Vaguada. Y en la dinámica que estamos soportando de privatización de todos los servicios públicos, es cuanto menos sospechosa la actitud del Ayuntamiento de Madrid.

Pero no vamos a olvidar que los vecinos del Barrio del Pilar  consiguieron con duras luchas hace ya años recuperar esta parte importante de la Vaguada natural  para uso público. Y que el fruto de estas luchas sostenidas con tenacidad es que hoy nuestros niños, nuestros jóvenes y  nuestros mayores puedan hacer uso público las zonas ajardinadas, la biblioteca, la piscina y el centro de mayores. No pensamos renunciar a ninguna estas instalaciones que han sido costeadas con los impuestos de todas y de todos. Y de ningún modo aceptaremos renunciar tampoco al teatro.

El Ayuntamiento de Madrid debe evitar su deterioro, reparar lo necesario y abrir de nuevo la programación del teatro y continuar con las programaciones musicales y de danza.

Cs. Arte y Cultura. Barrio del Pilar


CARTA DE UN MÉDICO CATALÁN


                                                



Me despiden.


A partir del día 1 de Agosto no podré atenderles más debido a los recortes presupuestarios en sanidad proyectados por el gobierno de la Generalitat. Según me han comentado en subdirección médica, el hospital de Bellvitge no tiene dinero para pagarme este verano. Ni a mí, ni a los otros 56 médicos eventuales que, como yo, serán despedidos. Inicialmente el plan es recontratarnos en septiembre u octubre, con contratos renovables de mes a mes, sin derecho a vacaciones y posiblemente con una rebaja del sueldo.
Estas opciones son casi una invitación a los médicos para que abandonemos la sanidad pública. Lo mismo está pasando desde hace mucho tiempo con enfermeras, auxiliares y demás sanitarios que han visto empeorar sus condiciones de trabajo en los últimos años.

Estos recortes, junto con los realizados previamente y el actual cierre de hospitales, contribuirán a aumentar las listas de espera tanto para consultas como para quirófanos y a reducir la calidad de la asistencia hasta el punto que, quien quiera tener acceso a la salud, sólo le quedará la opción de pagar un seguro privado. Además de los gastos de este seguro deberá contar con el hecho de que la aseguradora no tendrá la misma cobertura de salud que la sanidad pública.
Esto será un gran beneficio económico para las aseguradoras de salud, que posiblemente ya se están frotando las manos pensando en los millones de euros que ganarán aprovechando esta penosa situación. También será un gran beneficio para las arcas de los gobiernos que habrán de gastar menos dinero en salud. Es decir, la salud de las personas es una carga para las arcas de los gobiernos. Pero entonces, ¿por qué pagamos impuestos?


Resulta curioso que no haya dinero para pagar médicos pero que sí haya para pagar un parlamento europeo, otro nacional, un parlamento autonómico, diputaciones y alcaldías. (No sé si son necesarios tantos "jefes").
También hay dinero para pagar pensiones vitalicias, y de cantidades importantes, a diputados y senadores. Yo personalmente prefiero tener un cirujano y una anestesista contratados que un político en su casa felicitándose por las cosas buenas que hizo cuando estaba trabajando para levantar el país.
Así como las numerosas y costosísimas Embajadas de Catalunya en
el exterior.
También hay dinero para mantener coches oficiales que evidentemente son coches de gama alta y para que nuestros eurodiputados viajen en primera clase para que se cansan si viajan en clase turista. Eso sin contar dietas, alojamientos y otros gastos.
Hay miles de millones de euros para rescatar a los bancos de la crisis pero sin que después se les pida que devuelvan el dinero que se les ha dejado, este préstamo es lo que nos deja sin dinero para la salud y la la educación. Pero claro, los políticos y los bancos siempre son muy amigos y la economía de libre mercado intocable. ¿No hay dinero? No me lo creo.

Señores pacientes. Luchen por su salud: porque se la están robando. Con la excusa de la crisis, han retirado el dinero a lo más necesario en benificio de unos pocos. Nuestra sanidad, se está hundiendo y no es por falta de dinero sino por puros intereses económicos .. Quizás acabaremos como en Estados Unidos donde, quien no se lo puede permitir, no tiene derecho a la salud.

Luchen por su salud. Hagan reclamaciones, demandas judiciales, manifiéstense, asóciense, indígnense. Los sanitarios ya hemos luchado, ahora les toca a ustedes.


Quieren privatizar LA SANIDAD Y lo conseguirán si USTEDES NO LO IMPIDEN.


 Ahora que has leído la carta, quédatela o reenvíala, yo prefiero recibirla 10 veces a no leerla (Creo todos estamos en el mismo barco)